Vampiro Estelar
Mi Universo

miércoles, 1 de enero de 2014

Una nueva vida

 Hoy es el primer día del año. No soy una persona supersticiosa, pero he aprendido que un año termina tal y como empieza. Mi 2012 empezó fatal, y terminó peor. Pero aún recuerdo lo que pensé cuando daban las campanadas, anunciando el comienzo del 2013. Ahí estaba yo, rodeada de esa gente que, aunque no formen parte de mi día a día, son lo que en esta isla puedo llamar familia. Y quería encontrarme a mí misma, quería volver a ser yo. A pesar de estar enferma, en ese instante ese fue mi deseo, ser capaz de ser feliz por mí.
 Supongo que al principio no lo pasé del todo bien, dejé de comer, dejé de levantarme de la cama. Me hundí un poco en mí misma. La única compañía que tenía era mi gata, que, todo hay que decirlo, fue la que me ayudó a salir de ahí. Ella es tan solitaria, tan arisca, pero al verme en ese estado se convirtió en mi medicina. Dormía cada noche sobre mi barriga, y cada vez que lloraba me maullaba, como enfadada, como diciéndome que no lo hiciera. Me dio la fuerza que necesitaba. Y paso a paso empecé a salir de casa, viajé, conocí gente, me emborraché y me disfracé. Pasé de un extremo al otro. Rompí muchas de mis reglas establecidas, siempre tan firmes, me olvidé de muchas cosas que había prometido, y de muchas personas.
 Pero aún no había llegado mi momento.
 Lo mejor de mi 2013 apareció un día en la Grieta del Invocador.
 Sí, suena estúpido, pero no lo es. Para mí, comenzar a jugar con ese pequeño grupo de perfectos desconocidos (que hoy son mi día a día), fue un punto y aparte necesario. Ellos no lo saben, no se lo imaginan. Cada día agradezco ese conjunto de casualidades que me llevó hasta ellos. Las risas, las bromas, los fallos, los aciertos, las broncas... Creo que es el año que más me he reído de toda mi vida. Mi madre dice que soy una adicta al juego, pero solo soy adicta a vuestra compañía, a los buenos momentos, porque cada día es especial.
 Juan, siempre con sus tonterías, probando cosas imposibles en la jungla, luchando para conseguir un buen ordenador y acabar pagando un truño demasiado caro... Él y sus historias por los madriles, su familia infinita, y sus perros divinos. ¡Puto Juan! ¡A mí no me grites eh!
 Julián, o B3te, no sé si dedicarle algo, porque así es él, no se entera de las cosas. Además, no nos quiere casi nada... Pero eh, nosotros a él sí, porque nuestro grupito no sería nada sin sus frases estelares, que han marcado época, y perduran en el tiempo. Qué Julián, ¿Nos hacemos un Dragon? ¿Por qué querría Einstein meter su pene en la boca de una mujer?
 Hammer, ay Hammer... Gracias a ti comencé a jugar con estos chavales maravillosos, pero tío, nunca juegas. Si te pasaras más por aquí mejorarías mucho, y lo sabes. Y no necesitas ser un puto vigoréxico, hazle caso a Sara, que es muy sabia.
 La verdad es que Xiang también se merece un hueco en esta entradita, porque a pesar de ser un miembro reciente, es nuestro Shen, nuestro Xhin Zao, ¡Nuestro chino! No nos olvidamos de tu primo, pero sabes que a veces se merece una colleja.
 Por último, me gustaría hablar de la persona que más cosas me ha aportado este año de cambios. La persona que me ha acompañado en los mejores y peores momentos de estos meses, que siempre ha estado ahí para hablar durante horas, que siempre vigila que no me pase nada, y siempre realza todas mis virtudes. Él es Fran.
 Fran me hizo darme cuenta de que uno se puede enamorar con los ojos cerrados, porque no necesitas ver a otra persona para amarla, que lo realmente importante es el interior, y el físico no es más que un complemento adicional. No necesito decir mucho más de Fran, porque él ya lo sabe, se lo he dicho en cada amanecer, cada tarde, cada noche. Él es quien agarró mi mano cuando este nuevo año llegó, quien sabe hacerme sonreír... Pero lo más importante, con él puedo ser yo misma, sin intentar cambiar por miedo a dejar de gustarle, sin temer errar y que se enfade. Me quiere tal y como soy, y soy yo. Se acabó la pequeña y callada parte de mi, la que creía que no valía nada por sí misma. Soy una loca con manos de hielo. Soy feliz.

Y soy libre.


¿Kha'zix?

sábado, 2 de marzo de 2013

Your love is haunting me

 Parece que todo se está cayendo

 Yo vivo al borde de un precipicio. Es muy alto, tanto que a veces las nubes no me alcanzan, y las saludo desde arriba, con una sonrisa triste, ya que ellas son libres y yo no. Al fondo, muy lejos, se encuentra el mar, violento y salvaje, arremetiendo día y noche contra las rocas. Esa batalla solo ha logrado que las rocas se vuelvan puntiagudas, ariscas, porque el mar no sube ni avanza. No se da cuenta, pero si fuera más suave con las pobres rocas, ellas no sufrirían tanto, y él descansaría de tanto ajetreo. 

 Hace mucho yo estaba aún más arriba, pues al borde de mi precipicio hay un hermoso árbol de ramas gruesas y perfectas para acogerme. Me sentaba y observaba, con una sonrisa feliz, ya que estaba más alto que nadie. Creía que nunca me bajaría de allí. Porque, obviamente, no nací sobre ese árbol. Pero me tendieron la mano, me ayudaron a subir cuando mis brazos no alcanzaban las ramas, y me hicieron la promesa de nunca dejarme caer. Nunca.

 Puedo decir que el tiempo que pasé en el árbol fue el mejor de mi vida. Tenía esa fe ciega, esa confianza tan inocente, tan peligrosa. La confianza es la peor guadaña que se puede empuñar. Y contra mí la empuñaron.
 Un día me empujaron desde el árbol. Agarré su mano y le miré a los ojos, le pregunté por qué, por qué si me había prometido no dejarme caer, me estaba tirando al vacío. Me dijo que no quería que me hiciese daño, pero que ya no cabíamos los dos en el árbol. Y le volví a preguntar por qué, por qué entonces me había subido aquel día, si al final iba a acabar abandonándome. Dijo que no me estaba abandonando, que nos volveríamos a ver. Y me pisó las manos, y me arrojó al vacío.
 Ahora vivo al borde del precipicio. Bueno, vivo en la pendiente, agarrada con mis manos magulladas a las briznas verdes que se cuelan por las piedras. El Sol me abrasa la piel, que ya estaba en carne viva por mi incesante, aunque lento, ascenso. Cada día... lo único que deseo, desde que la Luna me saluda hasta que se pone el Sol, es soltarme, caer y atravesar las nubes, decirles adiós con la mano y saber al fin si saben a azúcar. Caer y hacer que las puntiagudas rocas y las agresivas olas luchen al fin por la misma causa, por destrozar mi cuerpo y hacer que deje de sentir este dolor. No obstante, algo dentro de mí me lo impide. Es su voz dentro de mí, cantándome su amor, la que está haciendo que me despelleje intentando sobrevivir.

 En el fondo sé que no sirve de nada luchar. Siempre estoy cayendo, no puedo soltar las manos ni un segundo, porque caeré si lo hago. Quiero sentarme y descansar, pero antes tengo que llegar arriba. No sé cuánto me falta, no sé cuánto tardaré. Si miro arriba mis ojos se ciegan, si voy más rápido mis brazos se agotan. ''Escúchame'' grito a veces, cuando el mar está en calma, ''Te voy a demostrar que puedo seguir subiendo''. Nadie me responde.

 A lo mejor ya no vive en el árbol. Aunque viviera allí aún, yo nunca podré volver a subir. Pero está mi borde del precipicio, mi pedazo de tierra, donde viví una vida tranquila antes de que me dejara subir con él. Si al final sigo viva y alcanzo la cima, me podré sentar en el césped sin tener miedo a caer otra vez. Sin embargo sé lo que pasará entonces. Estoy condenada a mirar ese árbol hasta el día de mi muerte, a desear subirme otra vez a sus cómodas ramas y acurrucarme entre sus brazos. Sé que aunque esté en tierra firme, mi corazón seguirá cayendo.

 ''¡Escúchame! Aquí estoy. Y aún te amo'' le diré.











jueves, 26 de abril de 2012

Deshecho

  Cuántas veces a lo largo de mi vida me habré preguntado hacia dónde voy. ¿De qué sirve lo que hago si no soy feliz? Estoy desganada, quiero deshacerme de todo lo que he ansiado tener. Ya no quiero una casa con jardín, ni una cocina de madera, ni una chimenea, ni perros, ni gatos, ni conejos, ni hurones... tampoco quiero tener hijos, no quiero plantar un sauce llorón, ni escribir un libro. No quiero un mosquitero que envuelva la cama en la que dormiré sola.
  Me culpo cada día de lo que me está pasando, pero es tarde para arreglarlo todo, porque mi vida ya está rota. Pase lo que pase, y haga lo que haga, siempre seré yo: seré la nieta menos favorita, la sobrina que nunca llegará a nada, la que siempre se queja. Seré una prima desaparecida con demasiados pájaros en la cabeza; la hermana que nunca ha sabido demostrar su cariño y solo ha regalado desprecio. Seré siempre una hija maleducada y arisca, que no es capaz de hacer un esfuerzo por ellos, la que nunca da amor y siempre está gritando. No soy más que una mala amiga, que desaparece y no dice nada, la que abandona sin más porque es demasiado vaga para mantener el contacto. Seré esa chica tonta en la que nadie se fija porque no tiene nada que ofrecer. Y, por supuesto, seré una niñata que debería irse a la mierda. Nada me espera porque nada hay para mí. Todo me sale al revés, y cuando quiero arreglarlo ya es tarde. ¿Cómo no puedo estar asustada? Estoy sola. Violeta era la fría, la pasota, la malhablada.... y ahora se arrastra y llora, porque es una inútil. Bien por ti, pequeña. Ojalá hubiera aprendido antes a hacer las cosas bien, y me hubiera ahorrado hacer sufrir a los demás.
  No merezco nada, por eso renuncio a todo. Me estoy cansando de fingir que todo va bien, cuando no paro de cagarla.